Bull Dog Inglés: curiosidades y consejos sobre alimentación, higiene, adiestramiento y salud

Valeroso y combativo como él solo, el bull dog inglés o english bulldog no es un perro para nada quejica. Su carácter sufrido alcanza tales extremos que, si eres el afortunado dueño de uno de estos canes, deberás prestar atención a si se hiere o siente hambre o sed, dado que es poco probable que él te lo haga saber.

Su fuerte personalidad es por todos conocida, pero no creas que por ello es un animal rudo, pues nada más lejos de la realidad. Si algo le hace feliz es sentir el cariño de sus dueños, del que buscará hacerse merecedor a toda costa, dejando cualquier faceta brusca a un lado.

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Todo lo que deberías saber sobre el Bull Dog Inglés

Quienes con él conviven lo definen como el auténtico todoterreno de los canes, un fornido gordito de lo más afectuoso que hace las delicias de muchas familias inglesas, al ser una de las razas predilectas en Inglaterra.

Este distinguido perro tiene la capacidad de cautivar a sus seguidores, en los que despierta un sentimiento muy especial que le ha ayudado a crear la enorme fama de la que hoy goza y que hace que destaque sobre otros animales de su género.

Origen

El origen del bull dog inglés se encuentra en el antiguo perro africano, denominado kelb thal gliet, el perro de toros maltés, una raza que se importó a Inglaterra y se cruzó con antiguos mastines, dando lugar al que fue el antiguo english bulldog.

Aquel primer bulldog poco tenía que ver con el que hoy conocemos, pues se parecía más a un bóxer que a la imagen actual de este rechoncho can. Fue un animal deportivo cien por cien que se utilizó para crear otras razas, como el bull terrier y que se llamó mastiff.

En el ring de pelea, este perro solo aceptaba desafiarse con animales mayores como toros (de ahí su nombre), osos y leones. No en vano, este era un perro carnicero que estaba destinado a hacer que los toros corrieran, pues se pensaba que era el modo idóneo para que su carne fuera más suave. También es probable que su nombre sea el fruto de la deformación de Band dog, que se traduce como “perro aguerrido”.

Sus auténticos orígenes se remontan, como en el caso de todos los molosos, al impresionante mastín tibetano, una raza que se encargaron de expandir por todo el mundo los navegantes fenicios. En Gran Bretaña, el mastín tibetano se cruzó con perros locales, logrando una especie de mastín que sirvió para luchar contra los romanos en el primer intento de invasión de las Islas Británicas, en el año 55 a. C.

Tamaños animales dejaron estupefactos a unos romanos que vieron en su potencia física, en su valor y en su extraordinaria resistencia al dolor un filón que explotar, razón por la que a su vuelta llevaron consigo a Roma varios ejemplares para que se batieran en la arena con leones y osos. Años más tarde, hubieron de cumplir el doloroso fin de lanzarse contra los cristianos.

Una vez estos combates de perros fueron expandiéndose por toda Europa, los canes que estaban destinados a cumplir este cometido eran meticulosamente seleccionados. Desde cachorros se les incitaba a que mordieran cuanto encontraban a su alrededor, de manera que finalmente quedara claro cuáles de ellos eran los más agresivos, robustos y valientes.

En 1835 el Parlamento Británico prohibió estas sangrientas peleas, que muchos desaprensivos ciudadanos siguieron encargándose de celebrar hasta finales del siglo XIX, fecha en la que definitivamente cesaron.

En ese momento, la raza, despojada ya de la función que llevaba siglos desempeñando, se vio al borde de la extinción, hasta que se comenzó su estandarización. Fue entonces cuando el bulldog fue convertido en un perro de exposición, circunstancia que le hizo adoptar la personalidad cariñosa, amable y familiar que le ha valido para ser reconocido como un perro icónico en Inglaterra.

Características y rasgos físicos

Con una altura a la cruz de 30 a 40 centímetros y un peso que oscila entre los 18 y los 25 kilos, este perro es robusto, compacto, ancho y potente

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Su estatura baja y el hecho de que sea un animal pesado, son dos características que dificultan en cierta medida sus movimientos.

Su cara es grande, con un hocico ancho, chato y corto, un poco inclinado hacia arriba. Sus labios, que cuelgan, son gruesos, belfos y profundos. No dejan ver los dientes, al cubrir los lados de la mandíbula inferior. Su nariz es negra y ancha. Cuenta con una línea bastante bien definida en la mitad.

Sus mandíbulas son anchas, cuadradas y potentes. En cuanto a la inferior, se proyecta algo más hacia adelante que la superior. Sus orejas son delgadas y pequeñas y su forma es de rosa, o sea, con arrugas que caen hacia atrás mostrando parte del canal auricular. Su cuello es grueso y fuerte, con algo de piel suelta y arrugada alrededor de la garganta, pareciendo que tuviese una papada.

Su cuerpo presenta en la línea superior la forma de un leve arco que caracteriza a la raza. Su espalda es corta y poderosa. Su pecho es prominente y ancho. Su abdomen es más bien retraído y no cuelga. Sus patas son fuertes y musculosas, pero cortas. Su cola es recta, corta e inclinada hacia abajo.

Color y pelaje

Su pelo es fino, espeso y corto. Lo habitual es que sea atigrado, unicolor y con máscara. También es posible encontrar ejemplares con colores uniformes que sean puros y brillantes como puede ser el rojo con sus diferentes tonos, el atigrado, el moteado y el blanco.

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Temperamento

Pocas razas caninas han experimentado un cambio tan fascinante en lo que concierne a su temperamento y comportamiento como el bull dog inglés. El que antaño participara en combates extremadamente sangrientos, es hoy una formidable mascota y un compañero fiel y leal.

Si hay algo con lo que el bulldog medra es con la compañía humana, disfrutando hasta la extenuación cuando está con los que considera su familia. Su lealtad y lo afín que él se siente a las personas que le rodean, hace que necesite vivir en el interior del hogar, sintiéndose un miembro más de la familia y no en una caseta de jardín, por ejemplo.

En lo que se refiere a su capacidad de adaptación, la que traemos entre manos es una raza que puede vivir perfectamente en un piso, siempre que tengas presente que aunque su necesidad de actividad física es menor que en otras razas, la tiene y ha de ser cubierta con una serie de cortos paseos diarios. Si vives en el campo, con terrenos para pasear, lógicamente se sentirá muy dichoso en ellos.

El bull dog inglés se muestra muy atento a cuanto sucede a su alrededor. Además es cabezota, sensible, vital y muy juguetón. Su actitud con los extraños será la de mostrarse vigilante, sin llegar a ser agresivo en ningún momento, como corresponde al animal dócil y amistoso que es.

Muy seguro de sí mismo, el bull dog contradice con su actitud a los que de él opinan que es un perro apático y poco sociable, pues este es un can cariñoso desde cachorro que no necesita demostrar nada a nadie. Ello hace que sea un perro tranquilo y con ganas de relacionarse con su entorno, ideal para hacerte compañía en el hogar.

Como curiosidad añadir que este can, lleno de valor y fuerza, llega a veces a convertirse en un perro muy dependiente, lo que llama la atención de quienes ven en sus rasgos los de un animal feroz.

Relación con otras mascotas

Al bull dog inglés le encanta rodearse de otros perros y animales. Mascotas caseras como aves y gatos, se convierten a menudo en sus inseparables amigos. Por este motivo, si eres una de esas personas a las que les encanta que su hogar esté lleno de animales, esta raza canina te va a poner las cosas muy fáciles.

Lo normal es que casi nunca se peleen entre sí, aunque debes tener en cuenta que si esto ocurre en alguna ocasión, quizás resulte aparatoso, porque la inacabable voluntad de esta raza hace que no se rinda con facilidad.

Relación con los niños

Los niños y el bull dog inglés configuran un binomio perfecto. Muchos padres coinciden en lo deliciosa que resulta la estampa en la que este perro lleva a cabo un auténtico derroche de paciencia con los más pequeños de la casa, con los que sabe perfectamente dosificar su fuerza. Como es lógico, estos últimos también deberán poner algo de su parte. Para ello, deberás educar a tus hijos en el absoluto respeto a las mascotas, que son seres vivos merecedores de derechos y no juguetes a los que tratar a su antojo.

 

Cuidados básicos

Todo buen dueño ha de ser consciente de que adoptar un perro entraña una serie de responsabilidades de obligado cumplimiento, que redundan positivamente en la calidad de vida que su mascota pueda disfrutar. En el caso del bull dog inglés, el promedio de años que alcanza es de 8 a 10. En tus manos está que su existencia sea plácida y sana.

Alimentación

Pocos factores tan esenciales en la salud y en el aspecto de tu perro como una buena nutrición, que se base en un pienso seco de calidad que cubra todas las necesidades de tu mascota.

No dejes de lado el dato de que el bull dog inglés sufre a menudo de sobrepeso, por lo que has de seguir estrictamente las indicaciones del veterinario sobre sus raciones de comida, si no quieres tener un perro obeso.

Higiene

Una óptima convivencia entre la mascota y su familia pasa porque la misma sea adecuadamente aseada, evitando así los inconvenientes derivados de la falta de aseo del animal. En el caso del bull dog inglés, mantenerlo limpio no va a resultarte difícil.

Su aseo requiere, aparte de las normales atenciones de pelaje y uñas, de una limpieza diaria de su arrugado rostro. Si lo limpias cada día, estarás contribuyendo con este sencillo gesto a su salud y felicidad, aparte de a mantenerlo con buen olor.

Piensa que las arrugas de la cara de tu bonito amigo tienden a acumular suciedad y bacterias que anidan en sus pliegues faciales. De no ser eliminadas, el resultado serían las indeseadas infecciones y los malos olores.

En las tiendas de mascotas tienes a tu disposición almohadillas específicas para este tipo de limpieza, si bien puedes optar igualmente por utilizar una bola de algodón que previamente habrás empapado en aceite de bebé.

Higiene dental

Evita molestias y problemas de salud a tu bulldog con una correcta higiene bucodental. Limpiar su boca y sus dientes periódicamente desde cachorro será la forma más eficaz de mantenerle alejado de las enfermedades dentales que pueden acabar menoscabando su salud.

Una boca que no haya recibido los cuidados pertinentes acumulará, más temprano que tarde, sarro sobre la superficie de los dientes. La enfermedad periodontal no tardará en aparecer y con ella sus indeseables consecuencias, que incluyen pérdida de piezas dentales e incluso debilitamiento mandibular que puede llegar a producir fracturas.

La halitosis o mal aliento de tu bulldog te servirán de alerta para que controles la proliferación del sarro. Si ves que, pese a los cepillados dentales periódicos a los que le sometes, su boca tiene sarro, no dudes en acudir a la consulta del veterinario.

Baño y secado

Tu bulldog no necesita baños demasiado frecuentes que lleguen a eliminar los aceites esenciales con los que cuenta en su piel y en su pelaje. Báñalo cuando lo necesite porque lo veas realmente sucio o con motivo de que empiece a desprender mal olor.

No caigas en el error de utilizar tu mismo champú, ya que tu orondo amigo va a precisar un champú específico para perros de pelo corto cuyo pH sea similar al de su piel, es decir, pH7.

Una vez le hayas bañado, puedes eliminar con una toalla toda la humedad acumulada en su robusto cuerpo, antes de comenzar a utilizar el secador eléctrico a temperatura moderada, al objeto de que no se quede mojado, sobre todo en invierno.

Cepillado

Muchas son las personas que comparten la errónea creencia de que el pelo corto no necesita cuidados. Lejos de ser así, el bulldog ha de ser cepillado a diario, evitando de esta manera el derrame de pelo y previniendo la formación de esteras.

Las primeras veces que lo hagas te sorprenderás de la cantidad de pelo que suelta, por lo que si tienes opción de cepillarlo en el exterior de la casa, te vendrá fenomenal. Recuerda que estos perros tienen la piel muy sensible, por lo que habrás de proceder con cuidado para no hacerle daño. El mejor utensilio del que puedes echar mano a estos efectos es de un cepillo de cerdas suaves.

Vacunas y tratamientos antiparasitarios

Cada día son más los propietarios de perros que están absolutamente concienciados de la importancia que la administración de vacunas tiene en la salud de sus leales compañeros. No hay mejor forma de estimular su sistema defensivo o inmunitario frente a una eventual invasión por virus o bacterias causantes de ciertas enfermedades, que la de vacunar a tu perro preventivamente.

Así, conseguirás aumentar la respuesta protectora de su sistema inmunitario ante exposiciones posteriores a dichos microorganismos, previniendo las infecciones o reduciendo la gravedad de las enfermedades.

En lo referente a los parásitos tanto externos como internos, mantén a tu bulldog a salvo de pulgas, garrapatas y gusanos intestinales mediante la colocación de las pipetas o collares antiparasitarios que el veterinario te indique.

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Enfermedades más comunes

Una circunstancia que hay que tener presente es que el bull dog inglés es un perro proclive a sufrir el denominado “golpe de calor” o hipertermia, un incremento de la temperatura corporal que puede llegar al punto de ocasionar daños y un anómalo funcionamiento de los procesos fisiológicos. Sus efectos pueden ser desde leves, hasta fatales, ocasionando la muerte del animal, por lo que no se aconseja sacar a pasear a estos perros en la época estival durante las horas más calurosas ni mucho menos dejarlo, por ejemplo, en el interior de un coche.

El mecanismo natural que ayuda al bull dog a eliminar su excesiva temperatura corporal es que ese jadeo que está intrínsecamente asociado a la raza, por lo que, en el caso de que notes que jadea más de lo normal o que el termómetro indique que alcanza los 42ºC, o bien que el animal se tambalee, convulsione, vomite o experimente diarrea sanguinolenta, debes acudir con rapidez a un centro veterinario.

Por lo demás y, aunque esta raza puede presumir de ser muy sana en líneas generales, como cualquier otra muestra una cierta predisposición a padecer enfermedades y problemas genéticos, que en su caso se concretan en los siguientes:

  • Paladar blando elongado. Una dolencia típica de las razas braquicéfalas que provoca descargas nasales en el perro, las cuales le harán respirar ruidosamente, ya que sus vías respiratorias se hallan obstruidas por el paladar blando. Los bulldogs que padecen este problema son los que emiten esos característicos ronquidos al dormir. La cirugía puede acabar en la mayoría de los casos con tal dolencia.
  • Displasia de rótula o de codo. Ambos defectos genéticos provocan en los ejemplares que los padecen anomalías en el movimiento y en la marcha o cojeras. Además, los mismos cursan con gran dolor y son muy incómodos para el animal.
  • El ojo de cereza. Este es el nombre por el que se conoce a la tumefacción de una glándula del tercer párpado, del que disponen los ojos de los perros y que está situado en su ángulo interno. Una sencilla cirugía correctora puede terminar con esta dolencia.
  • Entropión y ectropión. El primero de estos problemas que afectan a los párpados consiste en que el párpado superior o el inferior se vuelven hacia dentro, haciendo que las pestañas rocen la córnea, con la consiguiente irritación. El segundo es lo contrario, o sea, que los párpados se vuelven hacia fuera, haciendo que el párpado inferior cuelgue un poco. Para curar tal problema no suele tener que recurrirse a la cirugía.

Adiestramiento

El bull dog tiene fama de obstinado, pero se le puede entrenar perfectamente con un poco de paciencia y gentileza, convirtiéndole en un perro muy obediente.

Es fundamental que este can realice actividad física para el desarrollo de sus músculos y el aumento de su capacidad respiratoria, aunque este no es el típico perro que se le aconseje a los amantes del deporte para vivir juntos esta afición, pues no tolera un nivel de ejercicio excesivo.

La testarudez propia de su carácter exige un dueño estricto que sepa transmitirle todo aquello que quiere que el bull dog aprenda. Has de mantenerte firme e inflexible en el entrenamiento y esquivar la dificultad natural que muestra este perro para ignorar incluso a su propio dueño en ciertos momentos, por lo que habrás de ser muy constante en su entrenamiento.

Este animal requiere mucha atención. Pongamos el caso de que vas a sacarle a pasear. Será entonces cuando él tratará de tomar el control sobre el paseo y tú tendrás que hablarle lo suficientemente claro para que entienda que las reglas no las pone él.

Establecer un sistema de recompensas que les haga saber que todo buen comportamiento tiene un premio funciona bastante bien con los ejemplares de esta raza, si bien has de tener cuidado de que los premios no siempre consistan en golosinas, que puedan suponer un aporte calórico excesivo. Mimos y alabanzas también les harán sentir bien y serán un excelente obsequio para ellos.

Sobre todo mientras que tu bull dog inglés sea un cachorro deberás ser paciente para que vaya entendiendo las cosas, por lo que te recomendamos que utilices siempre las técnicas de refuerzo positivo que tan formidables resultados arrojan a la hora de educar a este tipo de perros, a los que gritos y malos modos no hacen más que alterarles.

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