Su imagen de perro gigante y bonachón cruzando incansable grandes bosques mientras de su cuello colgaba un barril de licor está en mente de todos. Es el San Bernardo (Bernhardiner o St. Bernhardshund), un can que despierta admiración por donde pasa.
Este perro parece estar destinado a causar la felicidad de las personas y a evitarles todo mal, como avala su amplia trayectoria como perro de guía y rescate en zonas montañosas, evitando innumerables muertes que, sin su prodigiosa intervención, hubieran sido inevitables debido a las bajas temperaturas.
Todo lo que deberías saber sobre el San Bernardo
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El perro que se hizo popular tanto por la serie de dibujos animados “Heidi” como por la saga de películas “Beethoven” es un gran moloso, fuerte, elegante y extrovertido cuya apariencia es amigable y pacífica. Uno de esos afables “perros niñera”, capaces de proteger a los más pequeños de la casa con moderada agresividad.
El más famoso de los perros boyeros es todo un símbolo de tranquilidad, valentía y lealtad. Un animal que conquistará tu corazón tan pronto le acojas en tu hogar, ya que se trata de un can noble y fascinante a partes iguales.
Origen
En la antigüedad, el San Bernardo, raza que proviene de los Mastines Alpinos, que fueron llevados a Suiza por parte del ejército romano, eran perros de pelo corto y bastante agresivos. Durante un tiempo la raza pareció estar casi extinguida, pero fue entonces cuando se utilizó sangre de Dogo Alemán y de Terranova para reactivarla.
La historia de este perro hunde sus raíces en el llamado “Gran Monte de St. Bernhard”, un collado que se sitúa entre Italia y Suiza, a una altura que ronda los 2.473 sobre el nivel del mar. En tan recóndito lugar se fundó, allá por el siglo XI, un hospicio para peregrinos y viajeros en el que en el siguiente siglo comenzaron la cría de unos enormes y robustos perros, que cumplirían la misión de vigilar y proteger el hogar.
Al comienzo tales perros se dedicarían a defender a los monjes y a ejercer las funciones de guardianes dentro del hospicio, si bien pronto fueron conscientes de las múltiples habilidades de estos canes para la búsqueda de personas perdidas y sepultadas por las avalanchas. Fue entonces cuando comenzó la cría y el entrenamiento de estos perros para rescatar personas.
Los monjes se dedicaron a documentar la increíble labor de estos animales, elaborando crónicas sobre aquellos ejemplares de San Bernardo que conseguían salvar vidas de personas perdidas en la zona. Corría el año 1707 y no fue hasta el año 1800 aproximadamente, cuando los soldados de Napoleón Bonaparte comenzaron a extender su celebridad por toda Europa.
Gracias a tan increíbles habilidades, uno de estos perros, de nombre Barry, llegó a salvar unas 40 vidas humanas, lo que le ha valido que su cuerpo taxidermizado se encuentre expuesto en el Museo Nacional de Berna.
En 1865 se comenzó a utilizar la denominación de San Bernardo y en 1887 sus ejemplares fueron reconocidos como raza canina suiza, convirtiéndose en el “perro nacional suizo”. A día de hoy este moloso gigante sigue destacando, aparte de como perro de compañía, como rastreador sin igual. Un animal que sabe desenvolverse a la perfección en terrenos hostiles, lo que le convierte en el perfecto perro de salvamento.
Características y rasgos físicos
Con una altura a la cruz de al menos 70 centímetros y un peso que oscila entre los 55-90 kilos, este impactante perro es alto, ancho, pesado y de huesos duros, captando a su paso todas las miradas.
Su cabeza es realmente imponente, al ser de un tamaño muy grande, fuerte y ancha, con unos aros supraorbitales notablemente desarrollados. Sus ojos, moderadamente hundidos, son de tamaño mediano y de ellos destaca su expresión benevolente, variando su color del castaño oscuro al avellana. Su stop o depresión naso- frontal es muy pronunciado. Su caña nasal es recta. Su trufa ha de ser de color negro. Su hocico es ancho en su totalidad.
Sus mandíbulas son anchas y tanto la superior como la inferior cuentan con la misma largura. Su mordida puede ser en tijera o en piza, regular, completa y bien desarrollada. Está permitido un prognatismo superior ligero, pero con la condición de que los incisivos no pierdan el contacto. También se tolera la ausencia de los premolares 1 (PM1) así como de los M3.
Sus orejas cuelgan a ambos lados de las mejillas y son anchas, triangulares, medianas, con el extremo redondeado y de inserción alta. Su cuello es muy musculoso y cuenta con una papada muy marcada. Su cola es fuerte y con una base ancha. Debe ser tan larga como para alcanzar el corvejón cuando está en reposo y la lleva colgando.
Su robusto cuerpo es musculoso y bien proporcionado. Su perfil es rectangular, toda vez que su longitud es algo mayor que su altura a la cruz. Su espalda es firme, ancha y poderosa. Su pecho es medianamente profundo y sus flancos casi no son retraídos. Sus extremidades son rectas y sus pies son grandes.
Su movimiento ha de ser armónico, con los pasos largos. Debe contar con un empuje bueno desde los miembros posteriores y, mientras la espalda sigue estable y firme, tanto los miembros anteriores como los posteriores tienen que avanzar en línea recta mientras el animal anda.
Color y pelaje
Existen dos variedades de San Bernardo, una de pelo corto y otra de pelo largo, ambas con la misma talla y los mismos rasgos a nivel de comportamiento:
- La variedad de pelo corto (Stockhaar, doble pelo) cuenta con una capa externa lisa y densa, pegada al cuerpo. En cuanto a su capa interna, está compuesta de una lanilla espesa. Sus muslos presentan notables flecos de pelos y el pelaje de su cola es muy espeso.
- La variedad de pelo largo cuenta con una capa externa de pelos lisos, de longitud media. En cuanto a la capa interna, está compuesta de una lanilla espesa. El pelo que cubre la cadera y la grupa es ondulado en algunos ejemplares. Sus muslos cuentan con flecos de abundante pelo, al tiempo que los miembros anteriores cuentan con bandera. El pelo de la cara y de las orejas es corto. La cola muestra abundante pelo tupido.
En lo que respecta al color, ambas variedades tienen el mismo, es decir, sus ejemplares son blancos con manchas marrón- rojizo. Esta tonalidad rojiza puede presentarse desde en forma de manchas de diversos tamaños, hasta formando un manto continuo que cubre el lomo y los flancos.
Del mismo modo, son toleradas las manchas marrón-amarillento, así como determinados vestigios de color negro en su cuerpo. Ciertas partes como la caña nasal, la nuca, la banda frontal, la punta de la cola, el antepecho y los pies, deben ser de color blanco.
Temperamento
El San Bernardo es un compañero que derrocha cariño y afecto a raudales. Obviamente, su tamaño no se corresponde con el de un perro estándar y ello es algo que deberás valorar antes de proceder a su adopción.
Su temperamento extrovertido y agradable les hace ser mascotas estupendas para los niños y muy protectoras con sus dueños y con su hogar. Este es el carácter que debiera mostrar todo San Bernardo, si bien en cada raza existen variaciones en el temperamento, lo que ha de ser tenido en cuenta cuando se escoge una de este tamaño.
Este reposado animal, muy paciente y de movimiento lento, es leal y entusiasta y se muestra dichoso siempre que consigue contentar a su dueño. No obstante, dado su tamaño, en él es muy necesaria una temprana socialización, tanto con el resto de las personas como de los animales.
La que traemos entre manos no es una raza que deba vivir en un piso pequeño, pues es muy probable que nunca termine de acomodarse a tan reducido espacio. Lo ideal para él es poder vivir en una casa grande y, si dispone de un jardín en el que poder pasear con total libertad, mucho mejor todavía.
Las necesidades de ejercicio del San Bernardo son a día de hoy moderadas y no tienen demasiado que ver con la de sus activos antepasados. Sus ejemplares, como los de cualquier otra raza, necesitan ejercitarse a diario, dando un largo paseo.
Los paseos tranquilos en los que se entretengan son uno de sus principales pasatiempos, junto con el juego e incluso con pasar muchos ratos cómodamente tumbados a los pies de su dueño. Por tanto, no se trata de un perro muy excitable que precise constante atención.
Los San Bernardo toleran bastante bien que se les deje su espacio, o sea, ciertos ratos de independencia en los que ellos mismos decidan cómo distraerse. Esto no quiere decir, en absoluto, que puedan pasar excesivo tiempo solos, al punto de sentirse abandonados, pues terminarían inevitablemente convirtiéndose en animales insociables y experimentando ansiedad por separación.
Un factor con el que has de contar a la hora de adoptar un San Bernardo es con el de que babea, dejando un rastro de saliva a su paso, a lo que hay que sumar que ronca, pero claro, es que de otra forma sería un animal perfecto.
En su favor hay que decir, sin embargo, que no es un perro destructivo al que le dará por morder los muebles de tu casa y pagarla con tus cojines y almohadones. Cosa muy distinta es que, con su enorme cola, rompa involuntariamente cuanto encuentre a su paso, lo mismo que ocurre cuando agita su cabeza, por lo que insistimos en su necesidad de espacio.
Si estás buscando un buen perro guardián la del San Bernardo puede convertirse en una estupenda elección, dado que su tamaño le convierte en un formidable elemento disuasorio. Como curiosidad te diremos que también disponen de un muy desarrollado sentido del olfato que les hace tener un sexto sentido a la hora de alertarnos de inminentes peligros, como avalanchas o fuertes tormentas.
Relación con otras mascotas
El San Bernardo es perfectamente consciente de su fuerza y de su poderío físico pero no es en absoluto un perro agresivo que busque la pelea. Las razas pequeñas no le gustan demasiado, por lo que no suele llevarse demasiado bien con ellas. Una buena y temprana socialización mejorará esta tendencia.
Relación con los niños
Como podrás imaginar, no es fruto de la casualidad el que le apoden el “perro niñera”, ya que este grandullón coge gran afecto a los niños y a los ancianos, volcando en ellos todo su amor y protección.
Cuidados básicos
La esperanza de vida del San Bernardo, el noble gigante de los canes, se sitúa entre los 8 y los 10 años, una cifra que con tus esmerados cuidados podrá alcanzar e incluso sobrepasar. De ti depende que los cumpla de una forma digna y feliz, lo que responde a que hayas sido capaz de cumplir a rajatabla con el serio compromiso que adquiriste cuando decidiste adoptarlo.
Aparte de los cuidados que vamos a mencionar a continuación, piensa que un perro de esta raza necesita mucho afecto y sentirse un miembro más de la familia, para lo que no va a dudar en involucrarse en las actividades cotidianas del hogar. De no ser así, podría volverse arisco.
Como dueño habrás de compatibilizar el darle afecto, con ser el líder de la manada fuerte y constante que él precisa, de modo que no tienda a asumir el liderazgo y querer someterte a su propio criterio.
Alimentación
El voraz apetito del San Bernardo es un aspecto a tener presente al tomar la decisión de adoptarlo, pues será un gasto en el que no vas a poder escatimar y, además te adelantamos que no va a ser el único.
Un adulto de esta raza puede devorar varios kilos de comida al día. Tendrás que procurar que su salud no se resienta, para lo que deberás buscar un pienso de alta gama adecuado para perros de ese desmesurado tamaño, que presentará también como ventaja adicional el ayudarle a lucir un pelaje sensacional.
Higiene
En ningún caso podrás descuidar la higiene de un perro, no ya solo por su propio bien, sino por el del resto de personas que con él convivan. Una higiene canina deficiente traerá consigo un mal olor que resultará sumamente desagradable en el hogar.
A diario, no descuides tampoco la higiene básica de sus ojos y boca, que deberás asumir como un hábito más y que puedes realizar siempre en el mismo horario con el objetivo de que no se te olvide.
Higiene dental
Toma conciencia que, desde cachorro, vas a tener que habituar a tu San Bernardo a los cepillados dentales periódicos, ya que debes hacer todo lo posible para que el sarro no termine por depositarse en la superficie de sus piezas dentales.
Aunque este hábito seguramente no sea de su agrado, piensa que es uno de los mejores regalos que puedes hacerle a tu mascota, pues la falta de higiene dental está asociada a gran número de dolencias, entre las que destaca la enfermedad periodontal.
Baño y secado
Bañar a un San Bernardo, sobre todo si no es precisamente amigo del agua, puede convertirse en toda una aventura. En verano podrás hacerlo al aire libre, en el jardín, pero en invierno tendrás que aliarte con la bañera y el agua templada.
Su secado tampoco es cualquier cosa pues, una vez se haya sacudido, deberás valerte del secador eléctrico. Una alternativa ideal es acudir a un centro de estética canina, que contará con instalaciones especialmente preparadas para los perros de avalanchas.
Cepillado
Estos “perros especiales” de los monjes, han contado desde siempre con un doble manto que los mantuviese calentitos en las montañas suizas. Unos encantadores pelajes blancos y dorados que deberás cepillar a diario, dándoles una vez cada 8 o 10 semanas un cepillado complementario completo.
Vacunas y tratamientos antiparasitarios
Tan gigantesco perro puede perder la batalla contra diversos microorganismos minúsculos si tú como dueño no respetas su calendario de vacunaciones. También los parásitos pueden resultar muy peligrosos para su organismo, por lo que la colocación de pipetas y collares antiparasitarios va a resultar igualmente obligatoria.
Enfermedades más comunes
El San Bernardo es un perro bastante sano para su enorme tamaño, lo que no es óbice para que pueda enfermar en algún momento de su vida. Uno de los problemas de salud que puede resultar fatal para la raza es la dilatación gástrica, también conocida como hinchazón. Junto a ella, le pueden afectar la displasia de cadera y de codo, la enfermedad cardíaca, el entropión y el ectropión, el golpe de calor, los tumores y el síndrome “wobbler”.
Adiestramiento
A este perro no le falta inteligencia, por lo que es fácil adiestrarle. Ahora bien, debes tomar conciencia de que es fundamental una buena educación y socialización desde cachorro, porque un San Bernardo, que en ocasiones llega a alcanzar los 100 kilos de peso, no te permitiría controlarle de adulto si no decidieras hacerlo así.
Como en cualquier raza poderosa, la temprana socialización, el adiestramiento y tu buen hacer a la hora de corregir la más mínima desviación de su comportamiento lo antes posible, va a jugar un papel determinante en su comportamiento una vez alcance la edad adulta.
De cachorros, debes empezar por socializarle con todas las personas y animales que le rodean, comenzando por el núcleo familiar y continuando por el resto. Lo siguiente que debes hacer es ponerte manos a la obra en lo que a la enseñanza de las normas básicas de comportamiento en el hogar se refiere.
Te será sencillo adiestrar a este icónico perro de las nieves en obediencia, pero siempre partiendo de la base de que para una raza de este tamaño es una de tus obligaciones y no una opción, pues de lo contrario los futuros problemas derivados de que ignorara tus órdenes imposibilitarían la convivencia.
Afortunadamente, y como es habitual en el mundo canino, esta raza responde formidablemente al refuerzo positivo, por lo que habrás de olvidarte de los autoritarios medios tradicionales de adiestramiento, que incluían el castigo físico, y centrarte en este reconfortante método.
Será suficiente con que elogies y premies las conductas que esperas de él y hagas “la vista gorda”, con aquellas que no deseas, esperando que poco a poco vayan corrigiéndose. No es necesario que cada vez que haga algo bien le recompenses con golosinas, pues piensa que ello podría acarrear un aumento de peso del perro, perjudicial para su salud (más aún en esta raza, que tiende al sobrepeso). Los mimos, alabanzas y caricias también funcionarán como un poderoso estímulo para este gigante de Los Alpes.
Incide bastante en la orden de sentarse, pues te será muy útil cuando sea un adolescente de semejante tamaño que venga corriendo hacia a ti, con el consiguiente peligro de tumbarte. Que acuda a tu llamada, que respete tus posesiones y no las muerda, así como que no salte encima de la gente (pues esto puede suponerles un susto monumental) serán otras órdenes que no puedes dejar de enseñarle.
Desde cachorro, haz bastante hincapié también en que al caminar no debe tirar de la correa o llegará un momento en que no podrás controlarlo, de manera que sacarlo a pasear puede pasar de ser un placer a convertirse en un auténtico suplicio.
No dejes pasar ningún día sin insistir en la idea de que debe hacer ejercicio, pues esta es una raza que necesita un “empujoncito” en ese sentido ya que, cuando está solo, su comportamiento es más bien perezoso. Sin embargo, cuando tú estés presente no va a vacilar en realizar cualquier labor que le encomiendes con tal de contar con tu beneplácito.
Por último, recuerda que esta raza responde perfectamente al adiestramiento canino siempre que tú tengas en cuenta todas sus posibilidades y capacidades. Si en principio no te ves capaz de hacerte con tu fiel amigo, siempre puedes recurrir a un adiestrador profesional.
De hecho, las tareas de adiestramiento avanzado del San Bernardo, en el caso de que el animal vaya a destinarse a tareas como el rescate, deben efectuarse por alguien que cuente con la suficiente acreditación y preparación. Recuerda que este perro no es tan ágil como puedan serlo otros del estilo de los bóxer o los pastores belgas, pero desempeña como pocos multitud de tareas.